Sinopsis
Manuel está preso en una
cárcel del sur de Chile. Durante el terremoto del 27 de febrero de 2010, la
prisión se derrumba. En medio del caos, algunos presos, entre ellos Manuel,
logran salir. Entonces se convierte en un fugitivo, perdido en medio de la catástrofe.
Cuando regresa a casa, descubre que su casa ha sido devastada y que el maremoto
se ha llevado a su mujer y a su hija. Mientras avanza por paisajes de completa
destrucción, el fugitivo comienza a profundizar más sobre la devastación y su
propia angustia interior. Esta paradójica libertad lo llevará a enfrentarse a
la crueldad de la naturaleza y llevar hasta el límite su propia experiencia
humana. (FILMAFFINITY)
CRITICA:
por Piero Saavedra
La primera evidencia de
madurez en la dirección en esta película es la de escoger un caso individual
dentro de una tragedia social. Eso permite que El año del tigre, tercer
largometraje de Sebastián Lelio, esté narrado desde el punto de vista de Manuel
(Luis Dubó), el reo que escapa de la cárcel de Curepto tras el 27/F. En sus
imágenes aparentemente distanciadas, el compromiso emocional del espectador
está sólo con él. Literal y escénicamente “solo”, porque la geografía donde se
mueve está vacía y arruinada.
Otra demostración en la misma
línea corresponde a la prescindencia de aquella puesta en escena irregular, esa
cámara sucia más notoria en La sagrada familia que en Navidad. Lelio entendió
que el control de estilo tiene mejores retornos en orden a captar
desequilibrios y convencer con ellos. Sobre todo cuando el sentido de la
fijación, angulación y duración del plano son funcionales para una cinta
extrañada cuya única estridencia es la sacudida detonante del conflicto.
Quien ostenta estas muestras
de progreso escogió rodar en locaciones de regiones: Curepto, Duao, Iloca,
Constitución. Inmediata al nivel del periodismo y escrita con urgencia sobre la
base de una realidad entregada, El año… parece ser una obra muy simple y muy
poco trabajada. Sin embargo, esa impresión es refutada en cuanto el relato, a
propósito de víctimas y pueblos devastados, conduce lentamente a territorios
bastante oscuros de una conciencia herida.
Por de pronto, aquí existen
tanto una voluntad alegórica como una alusión al Antiguo Testamento. Ambas
quedan enunciadas en las situaciones que Manuel vive con un tigre de circo
enjaulado, sometido, asesinado. Y más tarde en su encuentro casual con un
campesino (Sergio Hernández), hombre destruido afectivamente, abandonado por su
esposa e hijos y derrotado por el alcohol.
Son incidencias que, pese a
rayar en la abstracción, revelan algo concreto. Oblicuamente, refieren a una
distorsión en las profundidades del paisaje humano previa a la catástrofe. Es
una observación lateral del director en esta oportunidad, pero que aprovecha
para poner en entredicho nuevamente la institución familiar y, de paso, el
panorama social completo.
Así las cosas, el calvario del
protagonista lleva sobre sí una carga nihilista, una ausencia de Dios en vez de
su presencia castigadora. Un vacío metafísico sólo llenado por la violencia de
la naturaleza y un sujeto enfrentado a ella, a medio camino entre la revelación
y la disociación. Manuel, extraviado como está, intenta encontrar respuestas
gracias a la primera, pero termina colapsando por causa de la segunda.
El año del tigre confirma que
las historias de Sebastián Lelio funcionan mejor en la transmisión de la crisis
visible que en la retórica relativa a la trascendencia. Su tema no es el duelo,
sino el viaje hacia la perturbación psíquica y moral. Una que traspasa la
pantalla y nunca deja de interesar, en la más luminosa de las cintas sombrías
dirigidas por un autor en proceso de maduración y superación. Enhorabuena.
Título original: El año del
tigre
Año: 2011
Duración: 82 min.
País: Chile
Director: Sebastián Lelio (AKA
Sebastián Campos)
Guión: Gonzalo Maza
Música: Cristobal Carvajal
Fotografía: Miguel Littin
Reparto: Luis Dubó, Sergio
Hernández, Viviana Herrera
Productora: Fabula
Género: Drama