La Nana

La Nana

martes, 23 de abril de 2013

El año del tigre


Sinopsis

Manuel está preso en una cárcel del sur de Chile. Durante el terremoto del 27 de febrero de 2010, la prisión se derrumba. En medio del caos, algunos presos, entre ellos Manuel, logran salir. Entonces se convierte en un fugitivo, perdido en medio de la catástrofe. Cuando regresa a casa, descubre que su casa ha sido devastada y que el maremoto se ha llevado a su mujer y a su hija. Mientras avanza por paisajes de completa destrucción, el fugitivo comienza a profundizar más sobre la devastación y su propia angustia interior. Esta paradójica libertad lo llevará a enfrentarse a la crueldad de la naturaleza y llevar hasta el límite su propia experiencia humana. (FILMAFFINITY)

CRITICA:
por Piero Saavedra

La primera evidencia de madurez en la dirección en esta película es la de escoger un caso individual dentro de una tragedia social. Eso permite que El año del tigre, tercer largometraje de Sebastián Lelio, esté narrado desde el punto de vista de Manuel (Luis Dubó), el reo que escapa de la cárcel de Curepto tras el 27/F. En sus imágenes aparentemente distanciadas, el compromiso emocional del espectador está sólo con él. Literal y escénicamente “solo”, porque la geografía donde se mueve está vacía y arruinada.

Otra demostración en la misma línea corresponde a la prescindencia de aquella puesta en escena irregular, esa cámara sucia más notoria en La sagrada familia que en Navidad. Lelio entendió que el control de estilo tiene mejores retornos en orden a captar desequilibrios y convencer con ellos. Sobre todo cuando el sentido de la fijación, angulación y duración del plano son funcionales para una cinta extrañada cuya única estridencia es la sacudida detonante del conflicto.


Quien ostenta estas muestras de progreso escogió rodar en locaciones de regiones: Curepto, Duao, Iloca, Constitución. Inmediata al nivel del periodismo y escrita con urgencia sobre la base de una realidad entregada, El año… parece ser una obra muy simple y muy poco trabajada. Sin embargo, esa impresión es refutada en cuanto el relato, a propósito de víctimas y pueblos devastados, conduce lentamente a territorios bastante oscuros de una conciencia herida.

Por de pronto, aquí existen tanto una voluntad alegórica como una alusión al Antiguo Testamento. Ambas quedan enunciadas en las situaciones que Manuel vive con un tigre de circo enjaulado, sometido, asesinado. Y más tarde en su encuentro casual con un campesino (Sergio Hernández), hombre destruido afectivamente, abandonado por su esposa e hijos y derrotado por el alcohol.

Son incidencias que, pese a rayar en la abstracción, revelan algo concreto. Oblicuamente, refieren a una distorsión en las profundidades del paisaje humano previa a la catástrofe. Es una observación lateral del director en esta oportunidad, pero que aprovecha para poner en entredicho nuevamente la institución familiar y, de paso, el panorama social completo.

Así las cosas, el calvario del protagonista lleva sobre sí una carga nihilista, una ausencia de Dios en vez de su presencia castigadora. Un vacío metafísico sólo llenado por la violencia de la naturaleza y un sujeto enfrentado a ella, a medio camino entre la revelación y la disociación. Manuel, extraviado como está, intenta encontrar respuestas gracias a la primera, pero termina colapsando por causa de la segunda.

El año del tigre confirma que las historias de Sebastián Lelio funcionan mejor en la transmisión de la crisis visible que en la retórica relativa a la trascendencia. Su tema no es el duelo, sino el viaje hacia la perturbación psíquica y moral. Una que traspasa la pantalla y nunca deja de interesar, en la más luminosa de las cintas sombrías dirigidas por un autor en proceso de maduración y superación. Enhorabuena.

Título original: El año del tigre
Año: 2011
Duración: 82 min.
País: Chile
Director: Sebastián Lelio (AKA Sebastián Campos)
Guión: Gonzalo Maza
Música: Cristobal Carvajal
Fotografía: Miguel Littin
Reparto: Luis Dubó, Sergio Hernández, Viviana Herrera
Productora: Fabula
Género: Drama




miércoles, 17 de abril de 2013

Los colores de la montaña


Sinopsis:

Manuel, un niño de nueve años, que juega al fútbol todos los días en el campo con una vieja pelota, sueña con llegar a ser un gran guardameta. Su alegría es enorme cuando, Ernesto, su padre, le regala un balón nuevo; pero, desgraciadamente, un accidente inesperado hace que el balón caiga en un campo minado. A pesar del peligro que supone, Manuel, que no está dispuesto a renunciar a su balón, convence a sus dos mejores amigos, Julián y Poca Luz, para que le ayuden a recuperarlo. En medio de las aventuras y los juegos infantiles, los signos de un conflicto armado empiezan a perturbar la vida de los habitantes de La Pradera. (FILMAFFINITY)


Extraordinaria iniciación en la gran pantalla la del director colombiano Carlos César Arbeláez. Un placer hacer la crítica de la película “Los colores de la montaña”.
Una pradera del campo de Colombia entre una gran cadena de montañas, la cordillera más hermosa e importante del continente americano. Antioquia, tierra soberana en agua, de granjas fértiles, de cielos benignos. Como una esmeralda verde en medio de tanta majestuosidad de anchos espacios se va abriendo el bello macizo, dicha piedra preciosa es un oasis enredado de las problemáticas políticas que padecen los que allí habitan. Manuel (Hernan Mauricio Ocampo), un niño de nueve años, vive en una de las granjas humildes que distribuidas tratan de sobrevivir a los desastres que provocan la guerrilla y las fuerzas militares. Manuel, que juega al fútbol todos los días en un campo improvisado con una vieja pelota, sueña con llegar a ser un gran guardameta. Su alegría es enorme cuando en su cumpleaños, su padre le regala un reluciente balón, Manuel no cabe en sí de contento y comparte su alegría con sus amigos Julián (Luis Nolverto Sánchez) y Poca Luz (Genaro Aristizabal). Su pasión por este deporte los lleva a algún peligro imprevisto, pero ajenos a cualquier eventualidad, juegan alegres y felices, aventuras por las praderas e inocentes travesuras infantiles. Después de mucho tiempo sin clases, asisten al colegio, la profesora Carmen es muy simpática: dicen los niños satisfechos. Cada día al llegar se puede leer el nombre del cole “escuela rural la pradera” y cuarenta centímetros debajo de este cartel oficial, un escrito irregular en letras negras “guerrillero ponte tu uniforme o muere como civil”. Por los alrededores, ese peligro armado, oscuro, casi escondido, desorganizando vidas.

“Los colores de la montaña” es el afecto, la amistad, amigos de verdad de una misma edad, poesía, y sin notarlo día a día los peldaños de sus escaleras de inocencia arrancados uno a uno. Manuel y su grupo: los mejores conquistadores del universo, con toda convicción: siempre los niños son grandes exploradores de sentimientos, sencillamente, la limpieza de sus miradas y la autenticidad de sus almas no tiene hueco para maldades.
No hacen falta prismáticos para adivinar que esta película está basada en los hechos que acontecen, y desde luego su director y guionista resuelve con brillantez cada mensaje, mostrando las primicias de su personalidad cinematográfica y lo que quiere que veamos de su país. Consciente de esta violencia, Carlos Cesar Arbeláez lucha con su primario cine para que “Los colores de la montaña” sea admirada como reflejo del cine social colombiano. Este novel director asume esta embajada con abnegada profesionalidad, como antes he dicho, el guion es perfecto y está plagado de meandros humanos, mecánicamente orientado a sacar la solidaridad del espectador. Su ácido mensaje relata una tormentosa historia donde los personajes evolucionan a través de ella, pues han sido concienzudamente elaborados por el director tanto en el guion como en la puesta en escena, lo que sucede es que no todos evolucionan al mismo tiempo, su dibujo varía, puede decirse que irregularmente a medida que se desarrollan los acontecimientos, no creo necesario decir que todos absolutamente, resultan creíbles. Poner este proyecto en marcha le ha costado a su director enormes sacrificios, pero siempre en todo, existe un golpe de suerte y digamos que Arbeláez lo tuvo, que sumado a la profesionalidad de este hombre, ha logrado por ejemplo, que “Los colores de la montaña” sea la película mejor recibida y más aplaudida en el último festival de San Sebastián.
Para mí, es una película de íntima turbación, que me hace orillar desesperada sobre el lienzo de mis sentimientos.
El Cristo de la iglesia, el conflicto, la pradera, las minas, los caminos, la imagen sagrada delante de un hogar quemado, la huida, las gafas, la bicicleta, los animales, los niños… y el balón como metáfora.
No quiero que a ningún niño del mundo le falte un balón con o sin simbolismo y que nunca tenga que tachar amigos de su cuaderno de apuntes.

Título original: Los colores de la montaña
Año: 2010
Duración: 88 min.
País: Colombia
Director: Carlos César Arbeláez
Guión: Carlos César Arbeláez
Música: Camilo Montilla, Oriol Caro
Fotografía: Oscar Jiménez
Reparto: Hernán Mauricio Ocampo, Nolberto Sánchez, Genaro Aristizábal, Natalia Cuéllar, Hernán Méndez
Productora: Coproducción Colombia-Panamá; El Bus Producciones
Género: Drama



martes, 9 de abril de 2013

No me digas adiós



Sinopsis:

Una madura parisina, unida sentimentalmente a un hombre de su edad y muy aficionado a las jovencitas, inesperadamente, se enamora de un joven a quien le dobla la edad. (FILMAFFINITY)


Comentario: davidontherock Barcelona Catalunya -México DF (ahora) (México)

una obra muy de la época

Revisando éste clásico que nunca llegó a la categoría de verdadero clásico, pero si de interesante ejercicio cinematográfico de principios de los 60. Las Historias de amor ya no se explicaban como en los 40 o los 50....la obra sin ser una espledida película, si tiene muchas razones para visionarla y percibir entre otras cosas como una historia de desamor entre Yves Montand e Ingrid Bergman sufrén y viven todo un recorrido tortuoso para entender que entre ellos hubo algo y sienten algo.

 
Lo interesante es observar como se mueven los propios personajes, como Anthony Perkins (ganador como mejor actor en Cannes), desarrolla una interprentación muy interesante y que se debe entender en el contexto de los personajes románticos de la época y en el propio contexto del momento. Sin entender esas premisas la pelicula padecería de añeja, pero ciertamente es un disfrute de contemplar muchos detalles bien cuidados en el film: Banda sonora, fotografía, el prippio estilo y los decorados, bien cuidados y entendiendoen ellos, la mezcla de dos tiempos uno que agoniza y podemos contemplar lugares más solemnes y clásicos con sus elegantes cenas y bailes a un nuevo mundo desarrollado con las nuevas tendencias, los cafés y ambientes de finales de los 50 principio de los 60 y esos contrastes en si es lo que en cada momento vamos a contemplar. La juventud y romántica pasión de Anthony Perkins, al sentir decadente, vieja y amarrada a su pasado que nos refleja Ingrid Bergman y por último el vivir pegado a aquel amor, pero sin desprenderse de los nuevos amores reflejado en Yves Montand.

http://www.filmaffinity.com/es/reviews/1/339945.html


Título original: Goodbye Again
Año: 1961
Duración: 120 min.
País: Estados Unidos
Director: Anatole Litvak
Guión: Samuel A. Taylor (Novela: Françoise Sagan)
Música:Georges Auric
Fotografía: Armand Thirard (B&W)
Reparto:Ingrid Bergman, Yves Montand, Anthony Perkins, Jessie Royce Landis, Pierre Dux, Jocelyn Lane, Jean Clarke, Michèle Mercier, Uta Taeger, André Randall, Peter Bull, Alison Leggatt, David Horne, Lee Patrick, Colin Mann, Diahann Carroll, Annie Duperoux, Raymond Gérôme
Productora: Coproducción USA-Francia
Géneros: Drama. Romance | Drama romántico
Premios: 

1961: Festival de Cannes: Mejor actor (Anthony Perkins)
1961: Premios David di Donatello: Mejor actor extranjero (Anthony Perkins)