La Nana

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miércoles, 17 de abril de 2013

Los colores de la montaña


Sinopsis:

Manuel, un niño de nueve años, que juega al fútbol todos los días en el campo con una vieja pelota, sueña con llegar a ser un gran guardameta. Su alegría es enorme cuando, Ernesto, su padre, le regala un balón nuevo; pero, desgraciadamente, un accidente inesperado hace que el balón caiga en un campo minado. A pesar del peligro que supone, Manuel, que no está dispuesto a renunciar a su balón, convence a sus dos mejores amigos, Julián y Poca Luz, para que le ayuden a recuperarlo. En medio de las aventuras y los juegos infantiles, los signos de un conflicto armado empiezan a perturbar la vida de los habitantes de La Pradera. (FILMAFFINITY)


Extraordinaria iniciación en la gran pantalla la del director colombiano Carlos César Arbeláez. Un placer hacer la crítica de la película “Los colores de la montaña”.
Una pradera del campo de Colombia entre una gran cadena de montañas, la cordillera más hermosa e importante del continente americano. Antioquia, tierra soberana en agua, de granjas fértiles, de cielos benignos. Como una esmeralda verde en medio de tanta majestuosidad de anchos espacios se va abriendo el bello macizo, dicha piedra preciosa es un oasis enredado de las problemáticas políticas que padecen los que allí habitan. Manuel (Hernan Mauricio Ocampo), un niño de nueve años, vive en una de las granjas humildes que distribuidas tratan de sobrevivir a los desastres que provocan la guerrilla y las fuerzas militares. Manuel, que juega al fútbol todos los días en un campo improvisado con una vieja pelota, sueña con llegar a ser un gran guardameta. Su alegría es enorme cuando en su cumpleaños, su padre le regala un reluciente balón, Manuel no cabe en sí de contento y comparte su alegría con sus amigos Julián (Luis Nolverto Sánchez) y Poca Luz (Genaro Aristizabal). Su pasión por este deporte los lleva a algún peligro imprevisto, pero ajenos a cualquier eventualidad, juegan alegres y felices, aventuras por las praderas e inocentes travesuras infantiles. Después de mucho tiempo sin clases, asisten al colegio, la profesora Carmen es muy simpática: dicen los niños satisfechos. Cada día al llegar se puede leer el nombre del cole “escuela rural la pradera” y cuarenta centímetros debajo de este cartel oficial, un escrito irregular en letras negras “guerrillero ponte tu uniforme o muere como civil”. Por los alrededores, ese peligro armado, oscuro, casi escondido, desorganizando vidas.

“Los colores de la montaña” es el afecto, la amistad, amigos de verdad de una misma edad, poesía, y sin notarlo día a día los peldaños de sus escaleras de inocencia arrancados uno a uno. Manuel y su grupo: los mejores conquistadores del universo, con toda convicción: siempre los niños son grandes exploradores de sentimientos, sencillamente, la limpieza de sus miradas y la autenticidad de sus almas no tiene hueco para maldades.
No hacen falta prismáticos para adivinar que esta película está basada en los hechos que acontecen, y desde luego su director y guionista resuelve con brillantez cada mensaje, mostrando las primicias de su personalidad cinematográfica y lo que quiere que veamos de su país. Consciente de esta violencia, Carlos Cesar Arbeláez lucha con su primario cine para que “Los colores de la montaña” sea admirada como reflejo del cine social colombiano. Este novel director asume esta embajada con abnegada profesionalidad, como antes he dicho, el guion es perfecto y está plagado de meandros humanos, mecánicamente orientado a sacar la solidaridad del espectador. Su ácido mensaje relata una tormentosa historia donde los personajes evolucionan a través de ella, pues han sido concienzudamente elaborados por el director tanto en el guion como en la puesta en escena, lo que sucede es que no todos evolucionan al mismo tiempo, su dibujo varía, puede decirse que irregularmente a medida que se desarrollan los acontecimientos, no creo necesario decir que todos absolutamente, resultan creíbles. Poner este proyecto en marcha le ha costado a su director enormes sacrificios, pero siempre en todo, existe un golpe de suerte y digamos que Arbeláez lo tuvo, que sumado a la profesionalidad de este hombre, ha logrado por ejemplo, que “Los colores de la montaña” sea la película mejor recibida y más aplaudida en el último festival de San Sebastián.
Para mí, es una película de íntima turbación, que me hace orillar desesperada sobre el lienzo de mis sentimientos.
El Cristo de la iglesia, el conflicto, la pradera, las minas, los caminos, la imagen sagrada delante de un hogar quemado, la huida, las gafas, la bicicleta, los animales, los niños… y el balón como metáfora.
No quiero que a ningún niño del mundo le falte un balón con o sin simbolismo y que nunca tenga que tachar amigos de su cuaderno de apuntes.

Título original: Los colores de la montaña
Año: 2010
Duración: 88 min.
País: Colombia
Director: Carlos César Arbeláez
Guión: Carlos César Arbeláez
Música: Camilo Montilla, Oriol Caro
Fotografía: Oscar Jiménez
Reparto: Hernán Mauricio Ocampo, Nolberto Sánchez, Genaro Aristizábal, Natalia Cuéllar, Hernán Méndez
Productora: Coproducción Colombia-Panamá; El Bus Producciones
Género: Drama



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