Sinopsis:
Montevideo, Uruguay. Jacobo
Köller, el dueño de una modesta fábrica de calcetines, arrastra una vida gris y
de una monotonía asfixiante. Su relación con Marta, su empleada de confianza,
es estrictamente laboral y está marcada por el silencio y la rutina. Esta
monotonía se ve súbitamente amenazada por el anuncio de la inesperada visita de
Herman, el hermano de Jacobo, que vive en el extranjero, y con el que ha
perdido contacto desde hace años. Es entonces cuando Jacobo le pide ayuda a
Marta para afrontar una situación tan incómoda. Tres personalidades
aparentemente inofensivas: tres clases de soledad. (FILMAFFINITY)
Crítica original: http://www.cineismo.com/criticas/whisky.htm
Por: Pablo Izmirlian
Whisky toma su nombre de ese
latiguillo que se dice alegremente frente a un grupo que será fotografiado:
“¡Digan whisky!”. Cuando se dispara el flash, queda registrada la sonrisa
forzada; más una mueca que una demostración de alegría. Ese artificio social
inventado para que todos salgamos lindos en la foto tiene mucho que ver con lo
que sucede en esta película, construida a partir de pequeños gestos y
disimulos.
Los que sonríen falsamente en
el retrato son Jacobo (Andrés Pazos) y Marta (Mirella Pascual). Jacobo es el
dueño de una pequeña fábrica de medias. Su vida gris y rutinaria transcurre
entre su casa y la fábrica, donde apenas cruza algunas palabras con Marta, su
empleada de confianza. La visita de su hermano Herman (Jorge Bolani), radicado
en Brasil hace muchos años, con motivo de la colocación de la lápida en la
tumba de la madre altera la monotonía de esos días siempre iguales.
La ficción que inventa Jacobo
en complicidad con Marta para impresionar a Herman se le va de las manos, como
suele pasar siempre que alguien “se hace pasar por”. La tensión sólo se
descomprime con el humor, que impregna casi sin querer muchas escenas de la
película. Surge al exponer y desnudar lo absurdo de las convenciones sociales
que pautan la vida cotidiana, y cómo esas convenciones se utilizan aquí a modo
de parches para tapar (mal) una mentira. La repetición, la exacerbación de esos
ritos (desde la espera del botones por la propina hasta la conversación en un
viaje carretero) funcionan como válvula de escape para esta olla de presión a
punto de estallar.
Lo notable es la forma
cinematográfica que los directores uruguayos Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll
(ambos también lo fueron de 25 Watts) eligieron para contar esta historia. La
emoción, las atmósferas y los estados de ánimo se construyen con las imágenes,
a puro cine. Ya desde el comienzo, con una recorrida por la ciudad y la música
ciudadana y triste de la Pequeña Orquesta Reincidentes, con ese loop de
imágenes que es el arranque en la fábrica de medias, o esa larga caminata de
Marta por el pasillo vacío de un hotel.
Entre estos tres personajes
solitarios se coló, como un cuarto protagonista, un entorno en decadencia.
Queda patente en el bar de la esquina donde Jacobo desayuna todos los días, en
la fábrica de máquinas vetustas, en cierta cortina de enrollar rota, en el
apartamento que guarda los resabios de la agonía de la madre de Jacobo y, sobre
todo, en el hotel y el balneario de calles vacías y negocios cerrados. Ese
trasfondo y la cadencia narrativa son algunos puntos de contacto de Whisky con
otra excelente película uruguaya, La espera (dirigida por Aldo Garay), aunque
Whisky no llega a ser tan oscura. Irradia un poco más de luz; una luz
amarillenta, pero luz al fin.
Si en 25 Watts quedaban muy
claras las influencias de Jim Jarmusch o Raúl Perrone, con esta segunda
película los directores lograron un estilo mucho más personal. El resultado
está ligado indeleblemente a la dirección de arte de Gonzalo Delgado (también
coguionista del film) y a tres piezas claves en este sutil mecanismo que son
los intérpretes.
Con Whisky, la dupla
Rebella-Stoll confirma lo que ya había demostrado en su primera película:
sensibilidad, agudeza, ternura, sentido del humor y mucho talento
cinematográfico. En esencia, es una película sobre la soledad, y el bagaje de
ritos y convenciones a los que recurrimos (con o sin éxito) para combatirla.
Pequeña y de una tristeza profunda y contenida, si Whisky provoca una sonrisa
será en realidad una mueca, como la que se ensaya cuando uno va salir en la
foto.
Título original: Whisky
Año: 2004
Duración: 105 min.
País: Uruguay
Director: Juan Pablo Rebella, Pablo Stoll
Guión: Juan Pablo Rebella, Pablo Stoll, Gonzalo Delgado
Música: Pequeña Orquesta Reincidentes
Fotografía: Bárbara Álvarez
Reparto: Andrés Pazos, Mirella Pascual, Jorge Bolani, Ana
Katz, Daniel Hendler, Adrián Biniez, Leonor Svarcas
Productora: Coproducción Uruguay-Alemania-España
Género: Comedia
Premios:
2002: Sundance: Premio al mejor guión latinoamericano
2004: Festival de Cannes: FIPRESCI (sección "Un
Certain Regard")
2004: Premios Ariel: Mejor película iberoamericana
No hay comentarios:
Publicar un comentario