La Nana

La Nana

lunes, 26 de noviembre de 2012

Hacia rutas salvajes


SINOPSIS:
A principios de los años noventa, el joven e idealista Christopher McCandless (Emile Hirsch), adopta el nombre de Alexander Supertramp, deja sus posesiones y sus ahorros a la beneficencia y abandona el mundo civilizado con rumbo a la salvaje Alaska para entrar en contacto con la Naturaleza y descubrir el verdadero sentido de la vida. Adaptación del best-seller de Jon Krakauer, basado en las notas del diario de McCandless. (FILMAFFINITY)

CRÍTICAS
'Hacia rutas salvajes', Sean Penn se hace un director serio.
 Antonio Toca 


Cómo empezar la crítica de una película como ‘Hacia rutas salvajes’ (Into the Wild), que me ha dejado completamente fascinado. Podría empezar por decir que las dos horas y media que dura se me pasaron sin darme cuenta, a pesar de ciertos altibajos de la misma. Que la dirección de Sean Penn de los actores es muy buena, les pone la cámara y les deja actuar (soberbios Catherine Keener y Hal Holbrook, este último con una merecida nominación con un papel de 10 minutos). Y que el mismo Sean Penn, también guionista, acierta convirtiendo la película en una “road movie”.
Sin embargo, sé que la película no dejará indiferente. A otros muchos les resultará aburrida y un panfleto de ideas utópicas e imágenes hipnóticas, que no ayudan en nada. Pero la historia de ese extraño personaje, Christopher McCandless y su aventura, la misma en la que renunció a todo con tal de vivir una experiencia única, es cuando menos fascinante.
Sin duda alguna esta película no hubiera sido posible si no hubiera ido el nombre de Sean Penn unido a ella. E incluso, quiero creer, que con 20 años menos, el mismo hubiera interpretado al personaje principal. Por eso Sean Penn, es principio y fin en ‘Hacia rutas salvajes’. La ha hecho al margen de taquillas. La ha hecho para contar una experiencia, por disfrute, poniendo la mano y preguntando si te quieres subir al viaje que propone.

Y es una apuesta difícil, porque se conoce el final de la misma y lo complicado es desarrollar toda la historia desde ese punto de partida. De ahí el acierto del planteamiento de una “road movie”, de un viaje iniciático hacia un final trágico.
Aquellos que lo logren y no piensen en ciertos tiempos muertos que frenan el desarrollo de la película, querrán luego pensar en lo visto y plantearse en lo que logró McCandless renunciando a todo (como muestra la cara de felicidad en la fotografía del final de la película, aun sabiendo que va a morir). Con esa defensa de la libertad a decidir qué hacer con tu vida, junto a la de la naturaleza salvaje (la película está rodada en parajes naturales), que es lo que nos quiere mostrar Sean Penn, sin tomar partido (se puede pensar que McCandless fue un estúpido idealista, que no calculó las consecuencias de su viaje a Alaska, ni los fallos que cometió que podrían haberle salvado de la muerte a la que se había encaminado). Muestra la vida del protagonista durante esos dos años de aventura, y que seamos nosotros los que decidamos tomar partido, ante un personaje hipnótico, que atrapa, porque tiene la enorme virtud de saber escuchar, hasta hacerte creer su aventura. Es decir, si entras, acabas atrapado.

En eso ayuda la excelente interpretación de Emile Hirsch, llevado  de la mano por un maestro como Sean Penn, tan involucrado en el papel, que uno termina por pensar que él es Christopher McCandless, en una transformación psicológica y física asombrosa, que pone a este actor, del que uno pensaba era pasto de tristes comedias universitarias, en alguien a tener muy en cuenta (me cuesta entender que Viggo Mortensen sí esté nominado, y Emile Hirsch no, por mucho que defienda a Promesas del este).
No puedo negar que me he posicionado claramente a favor de esta película, que demuestra que Sean Penn es un cineasta total que ahora sí hay que tener en cuenta (como apuntaba en ‘El juramento’, pero sin alcanzar la calidad de este trabajo), simplemente porque tiene un material de calidad en el que cree y así lo elabora. Se perdió un futuro gran novelista con McCandless, como así demostró tanto el artículo que escribió Jon Krakauer como la propia novela en la que bebe la película. Por eso estamos ante cine de compromiso. Para pensar. De espaldas a la taquilla. No palomitero. Al que seguramente le sobre metraje, pero que en el fondo es cine necesario y agradecido.
ACTUALIZACIÓN: Parece mentira que me haya olvidado, siendo un fan de Pearl Jam, y por añadidura de Eddie Vedder. La banda sonora es espectacular, con la voz grave de Eddie Vedder dándole un buen peso a la película. Tiene un par de canciones que se te quedan grabadas, pero la Academia de Hollywood no pensaba lo mismo y ha ido a lo tradicional. Una lástima, porque el CD con la banda sonora merece apuntarse para próxima compra (Gracias, Dr. Strangelove).
Más información | Revista Outside online: ‘Death of an innocent’ (artículo en el que se basa la novela Into the Wild de Jon Krakauer.















TÍTULO ORIGINAL: Into the Wild
AÑO: 2007
DURACIÓN:  140 min.
PAÍS: U.S.A
DIRECTOR: Sean Penn
GUIÓN: Sean Penn (Libro: Jon Krakauer)
MÚSICA: Michael Brook, Eddie Vedder, Kaki King (Canciones: Eddie Vedder)
FOTOGRAFÍA: Eric Gautier
REPARTO: Emile Hirsch, Marcia Gay Harden, William Hurt, Jena Malone, Brian Dierker, Vince Vaughn, Kristen Stewart, Catherine Keener, Hal Holbrook, Thure Lindhardt, Signe Egholm Olsen, Zach Galifianakis, Haley Ramm, R.D. Call
PRODUCTORA: Paramount Vantage / River Road Entertainment
WEB OFICIAL: http://www.intothewild.com/
PREMIOS: 2007: 2 nominaciones al Oscar: Mejor actor de reparto (Hal Holbrook), montaje
2007: Globo de Oro: Mejor canción original. 2 nominaciones
2007: Nominada al Cesar: Mejor película extranjera
2007: National Board of Review: Mejor actor revelación (Emile Hirsch)
2007: Asociación de Críticos de Los Angeles: Finalista a mejor actor sec. (Hal Holbrook)
GÉNERO: Aventuras. Drama | Basado en hechos reales. Naturaleza. Supervivencia. Road Movie. Cine independiente USA


martes, 20 de noviembre de 2012

¿Dónde estás, Hermano?


SINOPSIS:
Everest Ulyssess McGill (Clooney), un delincuente de poca monta, es detenido y condenado a trabajos forzados en el estado de Mississippi. Sus dificultades para adaptarse a la estricta disciplina de la prisión lo llevan a elaborar un plan de fuga. (FILMAFFINITY)

¿Dónde estás, hermano? / O Brother, where art thou?, de los Hermanos Coen
Francisco Peña

La cinta que abre la XXXVII Muestra Internacional de Cine es ¿Dónde estás, hermano?, una producción de los hermanos Ethan y Joel Coen, con la dirección de este último.

Basada, como ellos mismos declaran, “muy libremente” en La Odisea de Homero, los hermanos Coen logran una de las cintas más accesibles y balanceadas de su filmografía.

En esta ocasión, usando nodos narrativos muy concretos de La Odisea, y personajes de la misma reconocibles, los hermanos Coen viajan al mundo narrativo de los estados sureños de Estados Unidos en la década de los años 30 y en plena Depresión.





En un tono más mesurado en cuanto a su clásico humor negro y el absurdo alocado que es su sello, cuyo clímax sería quizás Fargo, los Coen bajan su intenso ritmo para poder dar un retrato de un Sur estadounidense que se niega a morir, y que en esta cinta enseña sus raíces sociales, míticas e históricas en una comedia divertida que funciona a la perfección.

Ulises (Everett Ulysses McGill) es actuado por George Clooney, con una veta perfecta para la comedia. Es un clásico personaje pícaro y el intelectual en el grupo de tres presos fugados de una clásica chain gang que pica piedras en los caminos vecinales de Mississippi.

En ese largo viaje a casa de Everett, urgido por el próximo casamiento de su esposa Penny (Holly Hunter – Penélope), los Coen hacen una radiografía del Sur llena de ironía, de humor negro, de comedia fina que aprovecha la paradoja al máximo.



En medio de ese retrato corrosivo de pillos en una sociedad aun más corrupta e hipócrita, la sociedad estadounidense en su faceta sureña muestra sus carencias, su racismo, la mercadotecnia política, la fascinación provocada en las masas por los medios de comunicación, el fanatismo religioso protestante y a quienes medran con él.
Para los Coen no hay nada sagrado en este ambiente social y todo puede ser objeto de su burla fílmica.
Con este enfoque, en esta cinta su humor se hace menos estridente y obvio pero a cambio gana en profundidad de observación. Sus personajes tienen una mayor complejidad e interactúan con su medio social sacando más ventajas visuales y narrativas.
De hecho, varias de las secuencias de esta película son de antología dentro de su trayectoria cinematográfica.
A lo largo de la narración destacan la fuga de Everett y sus dos compañeros de un granero que se incendia mientras los rodea la policía; el bautizo en el río con una secta, que “borra” los pecados pero no la persecución policíaca; su encuentro con Babyface Nelson; la grabación del disco como grupo musical, que los vuelve famosos como los Calzones Calados; la secuencia de su encuentro con las tres sirenas en el río; la reunión nocturna del Ku Klux Klan y su presentación final donde reaparecen los Calzones Calados que es la mejor de la cinta.



Al menos cinco cosas son francamente destacables por su uso en la cinta de los Coen:

1.- El uso extraordinario de la música en la banda sonora y el papel que juega en el desarrollo del relato.
A lo largo de toda la película, desde los créditos iniciales a los finales, la música del Sur de Estados Unidos, desde los spirituals al blues, se presenta con toda su riqueza de formas.

La música no sólo comenta las situaciones que van ocurriendo a lo largo de este “mítico” viaje picaresco: lo empapa narrativamente al grado de ser el eje que resuelve el mayor problema de los tres personajes, al transformarlos de prófugos en celebridades mientras ellos desconocen el hecho casi durante toda la cinta, pero que altera finalmente su condición social.

El poder de la música es tal, al difundirse por la radio como el medio primordial en los años de la Depresiónj económica estadounidense, que los protagonistas cambian de golpe su status social en unos cuantos minutos al ritmo de una sola canción.

Los Coen remarcan los distintos papeles de la música en una sociedad al usar su funcionamiento obsesiva y perfectamente a lo largo de toda la cinta: conjuntos musicales en reuniones políticas, su uso como comentario tipo coro griego, su presencia en la radio, su utilización en la reunión del KKK, la guitarra a la luz de una fogata… Los ejemplos son innumerables.



2.- El paisaje.
En esta cinta, el paisaje de Mississippi es el telón del fondo del viaje “mítico” de Ulises, pero también va mostrando como espejo la condición social de sus habitantes. Los largos páramos convertidos en desierto de las granjas quebradas por deudas, los campos cultivados de quienes aun resisten, las mansiones cuidadas de los ricos, las ciudades en manos de la clase media, las cabañas, etc.

El cinéfilo que ponga atención en el punto descubrirá como manejan los Coen al paisaje también en forma narrativa y no como un simple telón donde sucede la acción.

3.- Los diálogos.
El guión, muy bien estructurado, pone una joya a la vista de los espectadores: los diálogos de los personajes.



La construcción de los diálogos saca perfectamente a flote la psicología de los personajes y los papeles que representan en el juego de la trama. Everett es el “intelectual” fallido que siempre tiene una respuesta a mano o un comentario irónico.

La parquedad o problema de sintaxis devela la poca educación o retraso de Pete y Delmar; la euforia verdad muestra el desequilibrio de Babyface Nelson y su obsesión de ser llamado George hace explotar su megalomanía. Los diálogos absurdos y tercos de Penny muestran el estado de su relación con Everett – Ulises.

También el diálogo entre personajes es una de las firmes herramientas que usan los Coen para detonar el humor negro de las situaciones. Un punto clave que muestra el genial manejo de la palabra en la película es el monólogo final del candidato racista a gobernador Homer Stokes, a quien de hecho termina por arrebatársele el micrófono frente a sus partidarios en una secuencia magistral.

4.- Las actuaciones
La palabra, la música, el uso desparpajado de ciertas anécdotas de La Odisea, un guión bien escrito, no hubieran funcionado sin las buenas actuaciones logradas por los Coen con su elenco.

Es evidente que el trío de actores que encarnan a los personajes principales, George Clooney, John Turturro y Tim Blake Nelson, se permiten tics y manierismos, pero con la función de enriquecer las situaciones. En los momentos adecuados modulan tonos, pronunciaciones sureñas y reacciones. Y claro, el punto sorprendente en que se convierten en el grupo los Calzones Calados.



Pero no sólo el trío principal tiene buenos representantes actorales. En un ejercicio extraordinario de casting, el resto del reparto funciona como un reloj: desde Michael Badalucco como el desbordado George Nelson, hasta las tres sensuales sirenas del río. No hay hucos, ningún miscast.

5.- Las situaciones narrativas
Todos los elementos anteriores se conjuntan en un equilibrio que permite al espectador aceptar un universo de ficción cinematográfica en donde un Ulises – Everett pasa por las distintas pruebas “míticas” plasmadas la cotidianeidad sureña estadounidense de los años 30.

Sólo a los Coen se les podía ocurrir todo lo anterior y lograr que cada pieza cayera en su lugar.

El resultado es una excelente cinta, muy ácida y crítica bajo sus ropajes de comedia y humor negro.

Toda (des)proporción guardada, los Coen hacen en la comedia una operación semejante a la que el director griego Theo Anghelopoulos logra en drama: demostrar que las estructuras narrativas de los clásicos, los “mitos” en que se mueven, las situaciones que plantean, están vigentes y vivas en la actualidad porque su raíz está profundamente enclavada en la condición humana.

Los Coen logran esto en una cinta que fluye cinematográficamente sin problemas y que, de paso, muestra la madurez creativa y estética de uno de los pocos binomios fraternales que han dejado su huella en el cine mundial.

TÍTULO ORIGINAL: O Brother, Where Art Thou?
AÑO: 2000
DURACIÓN: 93 min.
PAÍS: U.S.A
DIRECTOR: Joel Coen, Ethan Coen
GUIÓN:  Joel Coen, Ethan Coen (Poema: Homero)
MÚSICA: T. Bone Burnett
FOTOGRAFÍA: Roger Deakins
REPARTO: George Clooney, John Turturro, Tim Blake Nelson, John Goodman, Holly Hunter, Charles Durning, Michael Badalucco, Daniel von Bargen
PRODUCTORA: Touchstone Pictures / Universal Pictures / Studio Canal / Working Title
PREMIOS: 2000: 2 nominaciones al Oscar: Mejor guión adaptado, mejor fotografía
2000: Globo de Oro: Mejor actor comedia o musical (George Clooney). 2 nominaciones
2000: 5 nominaciones BAFTA, incluyendo mejor vestuario, fotografía y guión
2000: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)

martes, 13 de noviembre de 2012

Paris, Texas


SINOPSIS:

Un hombre aparece andando en el desierto de Texas sin recordar quién es. Su hermano va en su busca, intentando que recuerde su vida cuatro años atrás, cuando abandonó a su mujer y a su hijo. Mientras la memoria va volviendo a él y recupera el contacto con personas de su pasado, descubre la oportunidad de rehacer su vida. (FILMAFFINITY)


Ningún lugar seguro en “Paris, Texas”
Luis M. Álvarez
Link Crítica: http://extracine.com/2011/05/secuencias-favoritas-paris-texas 


La primera vez que vi “Paris, Texas”, tan sólo tenía catorce años. Obviamente, no había tenido tiempo de experimentar muchas cosas de la vida, pero quedé fascinado, no sólo por la historia, sino por todos los elementos que componen la película: su música, su reparto, su luz, sus diálogos, sus silencios… Veinte años después, he podido comprobar cómo el paso del tiempo, no sólo la ha mejorado, sino que mis propias experiencias, me hacen entender la historia con toda su dureza y profundidad pues lo que en su momento me pareció como una historia de amor imposible, hoy se revela como un impresionante retrato de los devastadores efectos del maltrato en una familia.

El germen de “Paris, Texas” se encuentra en un libro de relatos cortos de Sam Shepard: El gran sueño del paraíso (publicado en España por Anagrama). Libro que no contiene un relato que inspire directamente la historia de la película, pero sí algunos de los personajes, escenarios y ambientes que desarrolla. El mismo Sam Shepard firma el guión, teniendo como director a Wim Wenders, director de origen alemán pero, al igual que otros cineasta de su generación que se englobaran bajo el denominado Manifiesto de Oberhausen, está muy influido por la cultura americana, no sólo desde el punto de vista cinematográfico por directores como Nicholas Ray o Sam Fuller, sino por su literatura. Previamente ya se había acercado a la literatura americana a través de la magnífica adaptación de la obra de la escritora Patricia Highsmith en la película “Der Amerikanische Freund” de 1977, cuyos personajes ya estaban tan perdidos como los retratados en “Paris, Texas”.

La historia comienza con Travis (Harry Dean Stanton) caminando sin rumbo por un desértico paisaje, tan desolado como su propio corazón. No sabremos qué le ha llevado a esa situación hasta llegar a casi la última secuencia del filme. Shepard se encarga de ir dosificando la información en muy pequeñas dosis, economizando las palabras, lo justo para mantener nuestra atención y forzarnos a preguntarnos cómo continuará la historia. Lo justo para desarrollar los personajes sin necesidad de dar demasiadas explicaciones, pero con la porción justa para entender en qué momento se encuentra cada personaje y las diferencias que pueda haber entre ellos. Extraordinaria muestra de esto es el momento en que Walt (Dean Stockwell) llama a su casa para informar a Hunter (Hunter Carson), al que se identifica como: “papá”, para decirle después que se encuentra de viaje con su hermano, al que, para nuestra sorpresa se refiere como el padre del niño. Wenders añade a las acciones y diálogos, las pausas necesarias para que entendamos al completo a unos personajes desorientados emocionalmente y destrozados psicológicamente.


Mención aparte merece la cautivadora banda sonora creada por Ry Cooder para la película, que transmite a la perfección el estado de ánimo de los personajes con esa leve duda que se percibe a cada rasgado, que pareciera fuera improvisando las notas en el momento de su ejecución, imprimiendo a las imágenes de una tristeza y melancolía a la que contribuye la elección de Wenders de utilizar planos fijos mayoritariamente, reencuadrando apenas a los personajes, siempre colocados en posiciones estratégicas para alcanzar un perfecto equilibrio entre los paisajes, la arquitectura, los espacios en los que se mueven; dando el conjunto una coherencia a la obra, reforzada por el espléndido trabajo de fotografía de Robby Müller, colaborador habitual de Wim Wenders en casi todos sus filmes anteriores. Es curioso que incluso los planos con movimiento, puedan considerarse fijos, pues muchas veces se encuadra al coche en su trayectoria, siguiéndole, pero manteniéndolo siempre en el mismo punto del encuadre, dando la impresión de que no se mueve mientras sí lo hace el paisaje, consiguiendo al final un plano tan estático como sus personajes.

Ni la mirada de Wenders ni la historia creada por Shepard son críticas con sus protagonistas. No intentan analizar a los personajes ni buscar soluciones, ni siquiera criticar a la sociedad americana. Es una mirada expresiva en la que se nos muestra la vida dentro de una familia estadounidense, desde luego nunca como las retratadas en otras producciones de la época como las de Steven Spielberg: “E.T.: The Extra-Terrestrial” (1982, Steven Spielberg), “Poltergeist” (1982, Tobe Hooper), “Gremlins” (1984, Joe Dante)  o “Back to the Future” (1985, Robert Zemeckis) que nos ofrecían un modelo de familia idílico, siempre en consonancia con las casas que habitan.

En “Paris, Texas” los personajes son ajenos a su entorno, viven sus vidas interiormente, incluso Walt y Aurora, cuya forma de vida carece del glamour del que podrían rodearse por vivir y trabajar en Los Angeles. No van a fiestas ni se relacionan con el mundo de Hollywood, aunque el trabajo de Walt, pudiera facilitar este contacto. Lo que sí vemos es ese mundo de refilón, gracias a las vallas publicitarias que Walt pinta, situándonos sólo en ese momento en el tiempo en que transcurre la historia. Quizás Hunter es quien nos sitúe más concretamente, dado que por su edad y por su relación con otros niños está más al corriente del mundo que le rodea, como comprobaremos cuando haga alusiones directas con sus diálogos a “Star Wars”, por ejemplo, o simplemente por las sábanas de su cama.


Quizás sea Hunter, también, el personaje más maduro de toda la película, siendo el único que ha sido capaz de asimilar los golpes de la vida, o por lo menos vivirla sin traumas ni rencores. Walt y Aurora, que han hecho la función de padre y madre durante sus últimos cuatro años y que no han tenido otros hijos, parecen abocados a la separación tras la partida de Hunter. Travis se encuentra totalmente perdido, incapaz de asumir los errores del pasado, intentando buscar el sentido de su vida por el simple hecho de acudir al lugar en el que fue concebido por sus padres, un lugar en Texas conocido como París. Y Jane, último personaje que conocemos, que decidiera abandonar a su hijo incapaz de afrontar la vida sin Travis, por miedo a verle a él cada vez que mirase a su hijo, o por el miedo a que inconscientemente le hiciera pagar por los errores del otro.

Me llama especialmente al atención la recuperación de Travis: al principio, no habla, no come, no duerme, sólo camina sin rumbo, siguiendo las vías del tren o el tendido eléctrico, buscando, quizás, París, Texas, pero sin intención real de llegar allí, intuyendo, probablemente, que no le traerá ninguna respuesta ni solución. Recuperado por su hermano y a medida que se va desarrollando la acción, irá incorporándose de nuevo al mundo, hasta recuperar su propio ritmo. El primer síntoma de ello es el momento en el que percibe su deterioro físico en el primer motel al que le lleva Walt, después volverá a hablar, sin sentido al principio, aludiendo al mítico lugar: París, Texas. Después volverá a comer y poco a poco irá recuperando la memoria, se irá reconciliando con su pasado hasta que reacciona en el momento que se identifica con un personaje que habla al mundo desde lo alto de un puente, lleno de rabia, sin que realmente le escuche nadie, hablando de supuestas conspiraciones para acabar con todos, tan perdido a su manera como Travis al comienzo de la película.

Travis tomará una decisión en ese momento que le llevará a buscar a Jane con la ayuda de Hunter, intentando solucionar lo que en su momento no supo hacer. Asumiendo su culpa en lo que supuso la ruptura con Jane, la buscará para devolverle lo que inconscientemente le arrebató: Hunter; castigándose después, terminando la historia tal como comenzó, con Travis vagando, cerrando el círculo, permitiendo al espectador decidir si esta vez viaja hacia algún sitio concreto o si volverá a perder el ritmo paulatinamente hasta  convertirse en lo que era al principio: un vagabundo.


La incomunicación de los personajes se hace evidente, precisamente, en el momento en que Travis consigue hablar con Jane: a través de un cristal y por un teléfono, no pudiendo ella verle a él. Es curioso que en la primera conversación que tienen, Travis vuelve a reaccionar de la misma manera que posteriormente descubriremos había hecho en el pasado, y en la secuencia en la que relata lo que hizo, momento en que entenderemos la situación de todos los personajes al comienzo de la historia, tiene que hacerlo de espaldas a ella, sin verla, temiendo volver a perder el rumbo sin concluir lo que pretendía viniendo a buscarla. Esta podría haber sido mi secuencia favorita, indudablemente. Sin embargo, me decanto por el momento toma de conciencia. El momento del puente. Si al principio de la secuencia la cámara sigue a Travis en un travelling infinito, a partir del momento en que se cruza con el vagabundo dejará de seguirle en el momento en que le de esa palmada en la espalda, como si fuera una señal de su identificación con el vagabundo en el que algunos intuimos acabará convertido en un futuro. Un plano simple y sencillo, pero emotivo y conmovedor.

Por último destacar las interpretaciones de todos y cada uno de los componentes del reparto, desde Harry Dean Stanton en uno de los pocos papeles protagonistas en su extensa e interesante carrera, hasta la breve aparición de Nastassja Kinski, que en apenas unos minutos es capaz de imprimir toda la complejidad y fuerza psicológica que arrastra su personaje. Ambos interpretan a sus personajes con tanta convicción que pudiéramos pensar que se enamoraran en la vida real dada la química tan especial que emanan y desprenden en cada fotograma. No es cuestión de que digan que se quieren porque lo ponga el guión, es que realmente nos hacen creer que se quieren. Igualmente da la sensación de que Dean Stockwell es hermano de Harry Dean Stanton y que aunque hayan estado separados el uno del otro cuatro años, existe ese lazo invisible entre ellos. El cuadro se completa con Aurora Climent y la sorprendente interpretación de Hunter Carson como el hijo de Travis y Jane. Estas interpretaciones tan convincentes nos hacen olvidar que estamos viendo una ficción, identificándonos con ellos con cada plano, emocionándonos a medida que vamos conociendo más detalles sobre su historia. Por eso nos fundimos con los personajes, totalmente emocionados, en ese abrazo final entre Jane y Hunter, y por eso seguramente “Paris, Texas” fue Palma de oro en el Festival de Cannes de 1984.



TÍTULO ORIGINAL: Paris, Texas
AÑO: 1984
DURACIÓN: 144 min.
PAÍS: Franco - Alemana
DIRECTOR: Wim Wenders
GUIÓN: Sam Shepard
MÚSICA: Ry Cooder
FOTOGRAFÍA: Robby Müller
REPARTO: Harry Dean Stanton, Nastassja Kinski, Dean Stockwell, Aurore Clément, Hunter Carson, Bernhard Wicki
PRODUCTORA: Coproducción Alemania-Francia
PREMIOS: 1984: Cannes: Palma de Oro, Premio del Jurado Ecuménico, FIPRESCI
1984: Nominada al Globo de Oro: Mejor película extranjera
1984: BAFTA: Mejor director. Nominada a Película, Guión adaptado y Música
1984: Nominada al César: Mejor película extranjera
1984: David di Donatello: Premio René Clair. Nominada a Mejor película extranjera
GÉNERO: Drama | Road Movie. Película de culto

lunes, 5 de noviembre de 2012

Una Historia Sencilla


SINOPSIS:
Alvin Straight (Richard Farnsworth) es un achacoso anciano que vive en Iowa con una hija discapacitada (Sissy Spacek). Además de sufrir un enfisema y pérdida de visión, tiene graves problemas de cadera que casi le impiden permanecer de pie. Cuando recibe la noticia de que su hermano Lyle (Stanton), con el que está enemistado desde hace diez años, ha sufrido un infarto, a pesar de su precario estado de salud, decide ir a verlo a Wisconsin. Para ello tendrá que recorrer unos 500 kilometros, y lo hace en el único medio de transporte del que dispone: una máquina cortacésped. (FILMAFFINITY)

CRÍTICA por Ismael Alonso
Velocidad luz
La velocidad inunda nuestra vida. Coches rápidos, imágenes aceleradas y plazos apremiantes que lo único que hacen es impedirnos posar la mirada sobre lo aparentemente sencillo y concedernos la oportunidad de analizarlo con un mínimo detenimiento. La visión fugaz de un paisaje impide sentirlo y vivirlo. Cada época tiene su orden y su ley y cada época tiene sus transgresores, sus rebeldes. Alvin Straight abandona el código de la velocidad y, avanzando a contracorriente, se rebela contra esa visión del mundo que parece estar basada en correr hacia adelante sin pararse a pensar. Alvin Straight prefiere tomarse su tiempo, no porque no tenga prisa sino porque no tiene ese tipo de prisa que parece dictada por la tecla de avance rápido de un mando a distancia vital. David Lynch ha hecho lo mismo durante toda su carrera: marcarse un paso, no más lento ni más rápido que el que dictaba el cine de su tiempo, simplemente diferente. Alvin Straight y David Lynch tienen una medida distinta de las cosas y, afortunadamente, la comparten con nosotros.
Tras el hábil juego de palabras del titulo original (el apellido del protagonista juega con la rectitud moral y física de su trayectoria) nos encontramos con una gran película apuntalada sobre la entereza, la testarudez y la misma naturaleza del ser humano en un escenario simple que no simplista. Puede que "Una historia verdadera" remita a una América regida por la naturaleza, por el trabajo, por la honestidad cotidiana o por las costumbres sencillas pero no por ello se trata de un retrato falso ni bucólico. La mentira, la muerte y el dolor son tratados en la película pero desde un enfoque naturalista, sin aspavientos, como algo irremediable y ya pasado. En este aspecto, Alvin Straight, en su lento deambular por el Medio Oeste se plantea como una figura casi angelical dispuesto tanto a escuchar como a ser oído y preparado igualmente a purgar sus propias faltas y ayudar a enmendar las de los demás. Lynch nos presenta un hombre que no tiene prisa porque teme, quizás, que precipitando su andadura precipitará también su final. Su historia es su camino, no importa tanto el origen y el destino como el trayecto en si, un camino de reflexión (acerca de Dios, de su familia, de la guerra) y, a la vez, de expiación sobre lo que le ha tocado vivir.

En este sentido la película de Lynch adolece de un cierto maniqueísmo, y puede dar la sensación de estar contemplando a un "Autopista hacia el cielo" de calidad, pero esta impresión pronto desaparece al conjuntarse un extraordinario intérprete (Robert Farnsworth, veteranísimo actor nominado aquí al Oscar) y un no menos brillante director. Ambos, arropados por la música de Angelo Baladamenti y la fotografía de Freddie Francis (otro octogenario ilustre) elevan lo que podría haberse convertido en una historia llena de buenas intenciones en una película llena de buenos resultados. La maestría visual de Lynch jugando tanto con la sensibilidad como con la ironía (recuérdese ese plano-grúa donde el protagonista avanza hacia una carretera que se extiende recta hasta el horizonte, y la cámara se eleva esperando captar la estela del audaz viajero para a continuación volver a bajar y comprobar que este apenas se ha desplazado unos metros).
No vale la pena pasarse todo el metraje intentando buscar en este trabajo el supuesto "estilo Lynch", ir tras la huella, atisbar el vestigio que ha caracterizado a este autor tan personal sólo proporcionará decepciones; no porque "Una historia verdadera" no tenga rasgos lynchianos (que los tiene, la mujer de los ciervos, los mecánicos gemelos e incluso el comienzo del film apuntan hacia ese lado) sino porque sería preferible contemplar la película como una lógica continuación de la obra del autor de "Carretera perdida" o "Erasehead" es decir como un retrato de la sociedad americana que el director conoce. La América de "Blue Velvet" no es antagónica de la de "Una historia verdadera" sino complementaria.
 "Una historia verdadera" tiene la ventaja de ser cine que se saborea y que se siente y ello gracias a que imprime un ritmo que permite detener la mirada en el detalle y en el gesto de forma que, probablemente, nada se nos escapa y podemos apreciar el recorrido del protagonista en todas sus facetas. La película proporciona la agradable sensación de llenar, no sólo la pantalla, sino al espectador mismo colmándole de sensaciones no por sencillas menos valiosas.

TÍTULO ORIGINAL: The Straight Story
AÑO:  1999
DURACIÓN: 111 min.
PAÍS: U.S.A
DIRECTOR: David Lynch
GUIÓN:  John Roach & Mary Sweeney
MÚSICA:  Angelo Badalamenti
FOTOGRAFÍA: Freddie Francis
REPARTO: Richard Farnsworth, Sissy Spacek, Harry Dean Stanton, Everett McGill, John Farley
PRODUCTORA: Coproducción USA-Francia; Le Studio Canal+ / Les Films Alain Sarde / Picture Factory & Film Four
PREMIOS: 1999: Nominada al Oscar: Mejor actor (Richard Farnsworth)
1999: 2 nominaciones al Globo de Oro: Mejor actor, bso
1999: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)
1999: 2 premios de Círculo de críticos de Nueva York: Mejor actor, fotografía
GÉNERO: Drama | Basado en hechos reales. Road Movie. Vejez. Cine independiente USA. Película de culto.

martes, 23 de octubre de 2012

Petróleo Sangriento


SINOPSIS:

Texas, principios del siglo XX. Una historia sobre la familia, la avaricia y la religión. Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis) se traslada a una miserable ciudad con el propósito de hacer fortuna, pero, a medida que se va enriqueciendo, sus principios y valores desaparecen y acaba dominado por la corrupción. Tras encontrar un rico yacimiento de petróleo en 1902, se convierte en un acaudalado magnate. Cuando, años después, intenta apoderarse de un nuevo yacimiento, tiene que enfrentarse al predicador Eli Sunday (Paul Dano). Adaptación de la novela de Upton Sinclair "Petróleo", escrita en 1927. (FILMAFFINITY)

Crítica de "Petróleo Sangriento" ("There will be Blood" USA 2007)
Critica por Jorge – Cinenovedades


Ambientada en el boom del petróleo en la frontera de California a principios del siglo XX, la historia relata el éxito de Daniel Plainview, que pasa de ser una persona extremadamente pobre que cría a su hijo sin ninguna ayuda a convertirse en un magnate del petróleo hecho a si mismo. Gracias a un misterioso soplo, Plainview descubre la existencia de un mar de petróleo bajo la tierra de un pequeño pueblo del oeste, y se lleva a sus hijo H.W., a probar suerte en el polvoriento Little Boston. Y es éste pueblo perdido, en el que la única diversión gira en torno a la iglesia pentecostalista del carismático pastor Eli Sunday, donde Plainview y H.W. van a dar el golpe de sus vidas. Pero a medida que el petróleo los va haciendo cada vez más ricos, diferentes tipos de problemas irán apareciendo.

Paul Thomas Anderson (“Boggie Nights”, “Magnolia”) nos trae al cine esta arriesgada propuesta, con muchos aciertos en la misma y también ciertos errores que han impedido a mi gusto, que ésta sea una de las mejores propuestas del año 2007.

La película comienza mostrándonos el ascenso de Daniel Plainview en el mundo de la producción de petróleo junto con su hijo y socio (tal como a él mismo le gusta denominarlo) H.W. El punto máximo de riqueza para ambos llegará cuando monten un fructífero negocio petrolero en la localidad de Little Boston, donde Plainview ofrecerá prosperidad y desarrollo a la comunidad, pero donde también aparecerán las peores condiciones en él que un ser humano pueda tener, tales como el odio, la avaricia, la corrupción y una cada vez más creciente ambición que se apoderará de él a medida que el negocio florezca.

La hora inicial de la película se pasa realmente rápido, con un ritmo narrativo inteligente y una dirección de fotografía a cargo de Robert Elswit (“Boggie Nights”, “8MM”, “Magnolia”, “Runaway Jury”, “Good Night and Good Luck”, “Syriana”, “Michael Clayton”) realmente espléndida brindándonos planos y paneos de cámara realmente magníficos y de una belleza notable, lo que lo hizo acreedor del oscar a la mejor cinematografía por este trabajo. En esa primera hora se muestra de manera interesantísima y excelentemente narrada el ascenso a través de los años de Planview como magnate del mundo del petróleo y también se planteará de manera muy eficiente la creciente rivalidad de Eli Sunday y Daniel Planview (lo que prácticamente significa la columna vertebral de la cinta), dándole al film un interés que se irá perdiendo de a poco en su segunda hora de metraje.


¿Qué sucede en la segunda hora de una película que venía viento en popa? Pues a mi parecer cae en un evidente pozo narrativo que si bien no se extiende a niveles insoportables, sí puede cansar de manera innecesaria al espectador. Todo lo bueno en materia narrativa que se había planteado durante su primera hora, Anderson lo perdió durante un lapso bastanto largo promediando la mitad de la cinta, alargando a mi gusto la cinta a una duración exagerada sin sentido alguno.

En rubros técnicos la dirección de Anderson ha sido más que correcta, ya sea por una excelente dirección de actores o por el magnífico manejo de cámaras y una fotografía de lo más destacable del film, junto con una banda sonora notable por momentos, aunque desconcertante en otros.

El rubro de las actuaciones es de lo más destacable del film, empezando por una interesantísima interpretación de Paul Dano (como el pastor de la iglesia pentecostalista de Little Boston), y obviamente terminando en el gandor del oscar por esta actuación, Daniel Day Lewis. ¿Qué se puede decir de éste formidable actor? No solo con su excelente interpretación ha salvado más de un bache que la cinta tiene, sino que ha interpretado de manera soberbia todos los sentimientos que un ser humano puede sentir a lo largo de su vida (solo por nombrar algunos, serían su enorme capacidad para el trabajo de manera incansable, pero también sentimientos como odio, corrupción, y una ambición total y absolutamente desmedida). En definitiva, su actuación ha sido magnífica desde todo punto de vista.

En resumen “There Will Be Blood” es una buena película, pero que lamentablemente me dejó un sabor amargo ya que pudo haber sido una cinta realmente excelente y de hecho debió haber sido mucho mejor de lo que terminó siendo sino se hubiera alargado innecesariamente hasta las casi más de dos horas y media de duración. Sin embargo, también es muy cierto que hay que tener muy en cuenta ésta película, ya que se trata de una propuesta arriesgada y totalmente distinta de lo que nos tiene acostumbrado Hollywood por estos tiempos, y de visión obligatoria para sacar conclusiones.

TÍTULO ORIGINAL: There Will Be Blood
AÑO: 2007
DURACIÓN: 158 min.
PAÍS: U.S.A
DIRECTOR: Paul Thomas Anderson
GUIÓN:               Paul Thomas Anderson (Novela: Upton Sinclair)
MÚSICA: Jonny Greenwood
FOTOGRAFÍA: Robert Elswit
REPARTO: Daniel Day-Lewis, Paul Dano, Kevin J. O'Connor, Ciarán Hinds, Russell Harvard, Dillon Freasier, Sydney McCallister, David Willis, David Warshofsky, Colton Woodward, Colleen Foy
PRODUCTORA: Miramax Films / Paramount Pictures
PREMIOS: 2007: 2 Oscars: mejor actor principal (Day-Lewis), mejor fotografía. 8 nominaciones
2007: Globo de Oro: Mejor actor dramático (Day-Lewis). 2 nominaciones
2007: Premios BAFTA: Mejor actor (Day-Lewis). 9 nominaciones
2007: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor película, director y actor (Day-Lewis)
2008: Festival de Berlín: Oso de Plata al mejor director y contribución artística sobresaliente
GÉNERO: Drama | Histórico. Años 20. Vida rural (Norteamérica)

martes, 16 de octubre de 2012

Érase una vez en el Oeste


SINOPSIS: 

Brett McBain, un granjero viudo de origen irlandés, vive con sus hijos en una zona pobre y desértica del Oeste americano. Ha preparado una fiesta de bienvenida para Jill, su futura esposa, que viene desde Nueva Orleáns. Pero cuando Jill llega se encuentra con que una banda de pistoleros ha asesinado a McBain y a sus hijos. (FILMAFFINITY)

ONCE UPON A TIME IN THE WEST (C´ERA UNA VOLTA IL WEST)

una crítica del film, por Alejandro Franco
Link Crítica: http://www.sssm.com.ar/arlequin/erase-oeste.html



Este es el cuarto Spaghetti Western de la corta pero notable filmografía de Sergio Leone. En los 60 Leone revolucionaría al mundo con una visión estilizada del Oeste al mismo tiempo que pulverizaba los clisés clásicos del Western, aggiornándolos y dotándolos de un uniforme tono gris. Mientras que el Western norteamericano era particularmente estoico, dividido en buenos y malos, y con argumentos tan remanidos que estaban empezando a poner al género en decadencia, este italiano - notablemente influenciado por Akira Kurosawa - reconstruyó las bases del mismo de una forma nunca antes vista. Uno podría decir que Leone hizo por el Western lo mismo que (literariamente) hizo Dashiell Hammett por el género policial, poblado hasta ese entonces de tramas matemáticas y poco realistas al estilo de Agatha Christie. Parafraseando a un crítico de Hammett, se podría decir que Leone terminó por devolver el crimen al Western.

Erase una Vez en el Oeste tiene una aproximación diferente al Western que las obras anteriores de Leone (Por un Puñado de Dolares o Lo Bueno, Lo Malo y Lo Feo, por ejemplo). En las anteriores entregas Leone pinta al Western en términos de comedia, con personajes sagaces y rápidos de reflejos. Pero aquí el tono es eminentemente dramático y con rasgos épicos. Los personajes no dejan de ser listos, pero la diferencia fundamental es el timing: los filmes anteriores poseían una agilidad asombrosa, un ida y vuelta constante. Aquí, sin embargo, Leone dedica una gran parte de la película a crear atmósfera. Es cierto que, por ejemplo, Por un Puñado de Dolares o Lo Bueno, Lo Malo y Lo Feo tienen larguísimas (pero enteramente disfrutables) secuencias iniciales en silencio, pero una vez que comienza la historia toma un ritmo vertiginoso. Aquí, en cambio, todo va muchísimo más pausado, y esto tiene que ver con que Leone apunta al análisis exhaustivo tanto de los personajes como de los ritos del Oeste. Como suele pasar con el director, muchos de los diálogos pasan en realidad por las expresiones corporales - los ojos, los gestos -. Es un film cargado de sugerencias. A su vez, cada escena consta de un extenso preámbulo que prepara el clima. Como dijera un comentarista, Leone se preocupa en examinar los rituales de la violencia.

Es un film sorprendentemente bello. Las vistas panorámicas del desierto son fabulosas, y más al ritmo de la excelente banda sonora de Ennio Morricone. Aquí Morricone le da a cada personaje su leit motiv musical, destacándose el del pistolero de la armónica.
En más de un sentido, es un film que funciona de modo operístico. Cada personaje carga con su propio destino, y si bien los roles parecieran en un momento que comienzan a cambiar - el bandolero de Jason Robards parece regenerarse al lado de Claudia Cardinale; o Henry Fonda intenta ganarse el respeto para tomar el pueblo y convertirse en un hombre de negocios -, terminan por cumplir trágicamente lo que su suerte les ha deparado. No pueden escaparse a la fatalidad de su existencia. En especial Armónica, que es un vengador paciente y que elabora hábilmente el camino de su represalia. Como dice Hattori Hanzo en Kill Bill, la venganza nunca es un camino lineal.
 La larga duración (en la excelente versión restaurada de 2:45 horas) pasa volando. Los personajes no son tridimensionales, sino que están perfilados de una manera épica, definidos más que nada por sus actitudes. Pero aún así, el libreto jamás toma un camino lineal para desarrollar los sucesos, sino que prefiere poner a los personajes en situaciones atípicas y de allí llegar al hilo de la historia principal. Esto es especialmente notable en la larga y formidable secuencia en la cantina en medio del desierto, donde por primera vez se encuentran Armónica y Cheyenne. Cada personaje hace su entrada a escena de modo espectacular, pero a su vez comienzan a actuar de modo totalmente atípico. El bandolero de Jason Robards es excesivamente culto, noble y reflexivo para lo que es el standard de semejante tipo de papel. El villano de Henry Fonda (un papel brillante, con su larga figura vestida de negro y con una calma letal) establece una relación con Armónica, quien es su cazador. La viuda McBain tampoco parece ser el prototipo de mujer desvalida que el Western suele reservar para este tipo de papeles.

La historia central en sí es corta. Lo que hace Leone es crear climas y fundamentalmente pintar un Lejano Oeste vivo y creíble, con masivas escenas de pueblos y movilizaciones de trabajadores del ferrocarril. Y para todo ello se toma todo el tiempo del mundo, con largas pausas, extensos primeros planos, y un pormenorizado envío de mensajes subliminales a través de los gestos más mínimos de los actores. La música, la fotografía, las actuaciones, la trama, son brillantes. Muchos la aclaman como el mejor Western de todos los tiempos. Para calificarla así, habría que haberlos visto a todos, lo que es imposible; pero en todo caso, es un título para el que califica con excelentes méritos.








TÍTULO ORIGINAL: C'era una volta il west (Once Upon a Time in the West)
AÑO: 1968
DURACIÓN: 165 min.
PAÍS: Italia
DIRECTOR: Sergio Leone
GUIÓN:               Sergio Leone, Sergio Donati (Historia: Dario Argento, Bernardo Bertolucci, Sergio Leone)
MÚSICA: Ennio Morricone
FOTOGRAFÍA: Tonino Delli Colli
REPARTO: Claudia Cardinale, Charles Bronson, Henry Fonda, Jason Robards, Gabriele Ferzetti, Frank Wolff, Woody Strode, Jack Elam, Al Mulock, Lionel Stander, Paolo Stoppa, Keenan Wynn
PRODUCTORA: Paramount Pictures
PREMIOS: 1968: Premios David di Donatello: Mejor producción
GÉNERO: Western | Spaghetti Western

lunes, 8 de octubre de 2012

La Diligencia


SINOPSIS:
Personajes muy variopintos emprenden un largo, duro y peligroso viaje en diligencia. Entre ellos, un fuera de la ley en busca de venganza, una prostituta a la que han echado del pueblo, un jugador, un médico, la mujer embarazada de un militar, un sheriff. Las relaciones entre ellos serán difíciles y tensas. Además, durante el viaje, tendrán que afrontar el ataque de una partida de indios apaches. (FILMAFFINITY)
Crítica de La diligencia (Stagecoach) 
por Victor Bilbao
Mítico western, que marcó un antes y un después del género, poco considerado hasta entonces. Ha pagado a la historia del cine, gracias sobre todo a un excelente guión, lleno de matices, donde se combina la acción con el humor y la ternura."
Director: John Ford
Estreno: 1939-01-01
Género: Western
  "Un caricaturesco conductor, un banquero estafador, un viajante de licores, un caballero del Sur, un doctor borrachín, una esposa embarazada, una chica de mala reputación y un sheriff paternalista emprenden viaje en diligencia. Por el camino se les une el pistolero Ringo, recién salido de la cárcel, que ha de vengar la muerte de su hermano al final del trayecto. Los indios tratarán de que la diligencia no llegue a buen puerto."
Mítico western, que marcó un antes y un después del género, poco considerado hasta entonces. Se considera una adaptación de la célebre obra de Guy de Maupassant "Bola de sebo", aunque esto no se ha confirmado nunca, tales son los elementos diversos que el riquísimo universo de John Ford aportó a la trama, con excelentes diálogos entre sus inolvidables personajes.
Inolvidables momentos como la aparición de Ringo, la forma en que Claire Trevor sostiene al niño recién nacido, y cómo no Thomas Mitchell cantándoles las cuarenta a "los malos" de la peli en la cantina, son siempre recordados y retenidos en la retina, tales son sus excelencias cinematográficas.
Muy bien dirigido por el maestro Ford y excelentemente interpretado por todo/as y cada uno/a de sus actores/actrices (George Bancroft, padre de la siempre recordada Anne Bancroft, Claire Trevor, Thomas Mitchell, Andy Devine, John Carradine y un Donald Meek enternecedor), ha pasado a la historia del cine, gracias sobre todo a un excelente guión, lleno de matices, donde se combina la acción con el humor, la ternura (el recién nacido), con la implacable venganza, en este caso más sentido de la justicia.
Siempre se cuenta que cuando le preguntaron a Orson Welles cómo se preparó para la filmación de "Ciudadano Kane", Orson contestó que viendo unas cien veces "La diligencia". Y es que es una auténtica lección de cine.
Como curiosidad, el director Robert Parrish insistió muchas veces en una ocasión, al gran John Ford, con la pregunta de por qué John Wayne era mucho mejor actor con él que con los demás directores.
John le dijo: "Coge un trozo de papel y apunta las veces que habla Wayne en "La diligencia".
Así lo hizo Parrish y Ford le preguntó:
- ¿Cuántas veces?- 14 diálogos solamente.
- Pues esa es la manera de hacer de un actor un buen actor. No dejarle hablar. Contestó Ford.
Ganó dos Óscars de Hollywood: mejor actor secundario (Thomas Mitchell), y mejor banda sonora.
TÍTULO ORIGINAL: Stagecoach
AÑO: 1939
DURACIÓN: 99 min.
PAÍS: U.S.A
DIRECTOR:John Ford
GUIÓN: Dudley Nichols (Historia: Ernest Haycox)
MÚSICA: Varios (canciones populares americanas siglo XIX)
FOTOGRAFÍA: Bert Glennon (B&W)
REPARTO: John Wayne, Claire Trevor, Thomas Mitchell, Andy Devine, George Bancroft, Donald Meek, Louise Platt, John Carradine, Berton Churchill
PRODUCTORA: United Artists
PREMIOS: 1939: 2 Oscars: Mejor Actor de Reparto (Thomas Mitchell), bso (adaptada). 7 nominaciones
GÉNERO: Western